Una de las mayores ideas equivocadas que tienen los compradores sobre los inspectores de viviendas es que el informe de inspección es sólo el principio. Pero los inspectores no juzgan cuánto durará un tejado o dónde encontrar un buen contratista para reparar una unidad de calefacción, ventilación y aire acondicionado averiada.
Es el entorno perfecto para una queja del cliente o, peor aún, para una demanda judicial. Entonces, ¿cómo actuar en una situación en la que la inspección revela problemas importantes? Con mucho cuidado.
Los inspectores no tienen una bola de cristal
Mientras que muchos compradores no tienen ni idea de casas o sistemas domésticos, a usted se le considera un experto en todo lo que ellos desconocen. Debe serlo, porque es usted quien evalúa la casa que ellos piensan comprar.
Es una posición precaria para un inspector de viviendas. Por un lado, es evidente que usted es el experto. Ha recibido formación y probablemente haya realizado más de una inspección. Pero, por desgracia, no sabe leer la mente. Como si una casa tuviera una mente para empezar.
Los inspectores no pueden evaluar nada más que lo que es visible en el momento de la inspección. Si ese día está lloviendo y entra agua por el tejado, entonces es bastante obvio. Pero si el tejado parece marginal, no tienes forma de saber cuánto durará antes de que se rompa la presa, se empapen las pertenencias de tu cliente y éste se ponga de mal humor. La apuesta más segura es evitar el lenguaje predictivo, por mucho que se espere.
La mejor política es la honestidad en todos los frentes
Si ves un problema, tu trabajo es informar de él. Pero también es su trabajo explicar a los clientes las limitaciones a las que se enfrenta. Parte del problema que tienen los clientes con los inspectores es la falta de comunicación. Tienen expectativas, pero nunca se les explica lo que un inspector puede y no puede hacer.
Si es sincero con sus clientes desde el principio, es más probable que reciban las noticias que tenga que darles con un poco más de gracia y menos palabras agrias. El mejor momento para tener esa charla es antes de la inspección, no después.
Si el sistema de calefacción, ventilación y aire acondicionado tiene 30 años y falla prácticamente en todos los frentes imaginables, su cliente merece saberlo. Pero también debe saber que usted no puede explicarle cuánto costará repararlo ni si el sistema durará un año más.
Ofrezca consejos con extrema precaución
En muchos estados, los inspectores de viviendas tienen prohibido hacer cualquier tipo de valoración sobre cuánto tiempo estará en servicio un tejado antes de que sea necesario sustituirlo, o lo caro que será instalar un nuevo calentador de agua. Pero en algunos estados no existen tales prohibiciones.
Si vive en una zona en la que los inspectores pueden asesorar a los clientes y se siente lo bastante cómodo con sus conocimientos sobre el sistema, es probable que pueda ampliar su inspección con algo más que datos escuetos. Pero si no es así, la apuesta más segura, y la más amable para sus clientes, es presentar el informe, explicar el estado de la vivienda en su estado actual y recomendar una evaluación posterior por parte de un contratista autorizado.
Ningún inspector quiere informar de que los cimientos de una casa se están desmoronando o de que el sistema séptico lleva tantos años sin recibir mantenimiento que es inservible. Pero la verdad es la verdad, y para eso le contratan sus clientes. Salirse del ámbito de la información es un terreno resbaladizo, y debe hacerlo con una medida saludable de precaución para usted y de consideración para su cliente.
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